La mirada detenida

Dra. Rebeca Monroy Nasr *

El privilegio de la mirada detenida es una de las características de la fotografía desde que se descubrió. Con los años se procuró que las técnicas mejoraran los tiempos de exposición y se redujeran lo más posible –en un inicio eran de 20 minutos y ahora son de milésimos de segundo–, además se procuró que se ampliara la gama tonal y que tuvieran las imágenes una mejor calidad visual.

El trabajo que ahora nos presenta Paty Banda parte del uso de las “técnicas históricas o antiguas”, al recuperar los medios de trabajo iniciales en el siglo XIX, para retrabajarlos con una nueva perspectiva.

En este caso lo hace a partir del primer método fotográfico reconocido por la Academia de Ciencias y Artes francesa en el año de 1839, presentado por el pintor y escenógrafo Louise Jaques Mandé Daguerre.

La fotógrafa y artista visual ha dedicado muchos años al estudio, reapropiación y transformación en el ámbito estético visual de estas técnicas y ahora nos presenta sus trabajos experimentales con el daguerrotipo mercurial –el cual prepara en un complejo proceso químico. Es este uno de los múltiples lenguajes que maneja Paty Banda y ha decidido usarlo para compartir sus deseos de detener el tiempo, de vivir la imagen en el acto fotográfico –como señala Roland Barthes–, aunado a la búsqueda de mostrar las similitudes y diferencias radicales entre la gramática visual de hace más de 180 años con el ahora, ante las nuevas e inmediatas vetas visuales.

Paty va más allá, porque atrapa justamente Dos tiempos sobre un espejo, los segundos o minutos que implican esas imágenes las capta en paralelo en video, eso muestra otro fragmento elástico de la realidad tangible. Imagen móvil e imagen fija se entrelazan en el tiempo, el discurso que traza la fotógrafa con el tiempo y la luz quedan a su vez plasmados en el ejercicio de lo que acontece alrededor.

Esas placas recuperan sus sonidos y personajes que caminan mientras se trasmutan, pasan y se van en lugares icónicos del centro de la Ciudad de México: peatones, bicicleteros, mirones, marchistas; o bien, automóviles, semáforos, postes, cables; sonidos urbanos entremezclados con los pájaros o los árboles mecidos por el viento. Todos ellos son personajes inconfundibles que nos permiten comprender cómo pasa el tiempo, como se detiene y se quedan con y en nosotros, a partir de la percepción que nos brinda la experiencia estética que nos brinda Paty García Banda en dos tiempos reunidos sobre la superficie bruñida del espejo –como dijeran Casanova y Debroise–, y la imagen en movimiento. Es indudable que estamos ante un nuevo discurso fusionado en esta magnífica exposición de gran factura y complejidad visual.